¡Ding dong! Reseña de Volveré, obra de teatro de Deborah Hunt

  



¡Ding dong!

 

Reseña de Volveré, obra de teatro de Deborah Hunt

Por Mickey Negrón.

Fotos Pedro Iván Bonilla

12 de mayo de 2025


La viajera es ella, la ciudadana de su trabajo, que llegó a la isla de Puerto Rico en 1990 y que, por suerte, sigue aquí. Siempre yendo y viniendo. Dato curioso es saber que Hunt nació en otra isla, una mucho más grande: Nueva Zelanda. Volveré es el título amenazante de esta pieza estrenada el 9 de mayo de 2025, como parte del Festival de Teatro Puertorriqueño y su programa de residencias artísticas Es amenazante porque podría implicar un regreso a esa isla más grande. Sería terrible para Puerto Rico que Deborah vuelva a su isla natal. Espero que sea en sus creaciones, como lo hizo en Volveré.



Volver es regresar al origen, la esencia, lo que ya sabías antes de nacer. En este trabajo no percibí nostalgia. Había una estructura cíclica. Para un tal Nietzsche, “volver” se relaciona con el eterno retorno, la idea de que todo lo que sucede ha sucedido y volverá a suceder infinitamente. Una prueba del amor fati (amor al destino): vivir como si todo fuera a repetirse exactamente igual. Difiero, por tendencia existencialista; creo más en eso de que volver también puede ser el proceso reflexivo en el que, tras la experiencia, una retorna cambiada y la identidad se transforma con el tiempo. En esta obra, la artista regresa como resistencia al olvido y con ganas de compartirnos el origen mitológico de su cultura. Con un bestiario del futuro que se fundamenta en el pasado. Comienza la obra con el personaje La Viajera, vestida toda de rojo y cargando una tríada de animales oriundos de Nueva Zelanda, plasmados en un círculo que cobró vida en sus manos.


Los animales fusionados fueron:

 

Kurī


El perro polinesio. Según la mitología maorí, el semidiós Māui transformó a Irawaru, el marido de su hermana, en ese primer perro. Era un animal pequeño que ocupaba un lugar importante en su tradición y rituales, por ejemplo, cuando se invocaba la ayuda de Tu, el dios de la guerra, antes de una batalla.




Kiore


El kiore, también conocido como la rata del Pacífico, es una especie de rata introducida en Nueva Zelanda por los pueblos maoríes hace varios siglos. Su presencia se vincula con los viajes de exploración y el asentamiento de los ancestros.

 

 



Kārearea


Conocido como el halcón de Nueva Zelanda, es un ave rapaz nativa y única.  Símbolo de fuerza y agilidad. Admirado por su velocidad, agudeza y ferocidad. En la cosmovisión maorí, estas cualidades lo convierten en un símbolo de poder, vigilancia y valentía. A veces es considerado un kaitiaki (espíritu guardián) o mensajero espiritual, apareciendo en momentos importantes como señal o presagio.

 

 

Unir en un solo símbolo estos arquetípicos animales, nos informa a nosotres les humanes.  La especie que, a causa de la civilización, siempre ha ido en detrimento del mundo. ¿Qué sucedería con el mundo si nos dejáramos genuinamente impactar por esa sabiduría y perfección animal?

Viajar te aleja del punto cero geográfico de tu existencia.  En esa distancia puedes mirar con mejor perspectiva el meollo.  Que sucede donde naciste. La Viajera, en su aventura, nos invita a mirar. Conversando con Hunt, previo al espectáculo, mientras me preparaba para este escrito, le pregunté:

Siempre me ha cautivado tu mirada, el foco tan poderoso que develas cuando no hay una máscara cubriendo tu rostro. Mientras veía “Citizen of My Work” (documental disponible en YouTube), anoté la siguiente frase: “My eyeballs have gone into exile.” Me gustaría que me brindaras una respuesta sobre tu acercamiento técnico/entrenamiento ligado al foco, unida a esa frase que, a mi juicio, fue oráculo en el desarrollo de tu vida en el arte.

“Mi madre solía decir que mis ojos parecían agujeros quemados en una manta. Técnica de LeCoq, tirando una red como pescadores teatrales. Tirando hacia los dioses. El horizonte… donde el agua se encuentra con el cielo. 33% por encima de esto va a incluir a todo el mundo, aunque estén en gradas. Práctica técnica. Centro de atención. El público mirará hacia donde tú estás mirando.”

Irse en un viaje es lo que sucede cuando te eslembas, cuando te obsesionas con algo que para otres quizá no es importante. Cuando señalan la locura de alguien, se suele decir “se quedó en un viaje”. El programa nos indica que esta es una obra de surrealismo mágico. Así que la puesta no contiene una trama tradicionalista o un orden cronológico de los sucesos. Entramos a un sueño. A la locura de la creadora que ha vivido rodeada de objetos, que sabe cómo pasar su alma a lo que sus manos manipulen y sus ojos de “agujeros quemados en una manta” miren.

Esta artista desde niña jugó en serio. Como lo hacemos todes en la infancia. Pero Hunt se quedó en ese “viaje”. Pareciera que vemos una niña macabra. Sobre esto le pregunté:

 

Insistes en lo macabro, eso relacionado con la muerte, tema que desde niña abordabas inventando maneras de morir. Esa combinación de niñez y muerte hace que lo siniestro en tus montajes sea tierno. Cuando presencio tus piezas, siempre estoy en un hilo contradictorio, entre lo inevitable del fin y el milagro de la bondad.

¿Estás de acuerdo conmigo? ¿Cómo llegas a este terreno fatalista-acogedor y qué ha generado en tus montajes ese desconcertante binomio?

“La gente habla a veces de la ternura en mis obras. Tal vez pienso de manera apocalíptica, pero también me gusta estar viva. No quiero morir, no por tener miedo. Me fascina la vida. A la vez me fascina la muerte o los rituales conectados a la muerte. Quiero sobre todo crear mundos completos. No importa qué terribles, trágicos, mórbidos, macabros sean los personajes, también cultivo un sentido de humor… no para provocar la risa necesariamente. Es para abrir terreno a la fragilidad, la ternura y el fracaso.”

Es verdaderamente impresionante la maestría con la que la artista manipuló tantos objetos. La Viajera manifiesta sus memorias, con los cuentos que esos animales le transmiten. Será imposible para mí detallar el orden de sucesos vividos. No creo que haga falta. Volveré a ver esta pieza mil veces si es posible.

Volveré es un universo completo en el que se palpan tres poderes/entornos energéticos que según Hunt siempre busca establecer en sus piezas:

La Tierra

Donde estamos pisando ahora mismo. Habitada por Kurī, animal ya extinto. En su cuento vemos cómo el bosque se convirtió en ciudad, luego llegó la industria, con sus humos contaminantes, y tiempo después misiles destrozaron lo que había sido construido, destruyendo.

Lo subterráneo


El mundo que escapa a la luz de lo visible, habitado por la Kiore, roedora que es brutalmente degollada cuando sale a la superficie. Este entorno contiene lo marginal. Debajo de nuestros pies existe un orden resistente que construye otras formas de verdad. Y en la tierra, la superficie, esto es un peligro.



Lo celestial

El ave que canta en la tormenta: Kārearea. Alude a lo elevado, lo divino que promete salvación a la humanidad.

Tengan la certeza de que el resultado que se produce en quien acude al llamado del trabajo de Hunt es sensorial y metafísico. Les confieso que me metí en camisa de once varas al proponerme reseñar. Aquí estoy todavía alucinando y descifrando qué significa en mí y para mí Volveré y esta mujer creadora con la que tengo un vínculo de trabajo y colaboraciones. Debo mencionar que la primera vez que presenté un trabajo profesional fue “Una comunidad efímera” en el desaparecido Teatro Yerbabruja, que la artista administró.  Lugar que por diez años fue el laboratorio de toda la familia de teatreros experimentalistas.

Todo lo que hasta ahora he escrito no es la trama ni la verdad. Es lo que sentí, lo que aprehendí. Es fluir de consciencia, escritura automática, memorias, mi imaginación y mi locura reflejada en el espejo del arte vivo.

La casi total ausencia de palabras en la obra hace que la historia de este trabajo sea la de aquelles que la vimos. Eso para mí es un gran acierto.

En un país donde el teatro está por lo general atosigado de palabras, en este montaje solamente se decía:

“Ding dong”.

El sonido que hace un timbre cuando alguien está afuera, pidiendo que le abran la puerta.

 

(Deborah Hunt y su teatro han estado siempre fuera de la norma. En sus inicios con el grupo Red Mole, de 1975 a 1985, llega al cabaré por necesidad y vocación. La vida disidente, la bohemia, la juventud arrojada y el romance son algunas de las balas con que dispararon poderosos montajes. Siempre en viaje. Le pregunté cómo define el cabaré y entre otras cosas me dijo:

“Político, dramático, incómodo, un periódico vivo comentando en los últimos hechos, actos cortos, sin censura, atmósfera nocturna, sensual… peligroso.”)

No creo que el “ding dong” de la Viajera pretendiera entrar por la puerta cuyo timbre apretaba. Era para que aquelles que estaban adentro abrieran la puerta y miraran. Es más: que salieran.

Pero nadie abrió puertas. La Viajera tomaba fotos instantáneas de los momentos donde fue feliz y las metía en un sobre.

“Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida”, cantaba Chavela. Intuyo que La Viajera retrataba para volver con la memoria que esa captura le brindará.

Mi memoria inmediata quiere compartirles mi momento favorito. Algo se quemaba en escena, justo después de que un grupo de niñes-títeres había jugado y confabulado. La sala se llenó de humo. Y en medio del siniestro, los nenes-títeres se cayeron. Creo que no se suponía que eso sucediera. Pero, como todos los errores en escena, fue un milagro. La manera en la que Deborah saca provecho de cada error y lo convierte en importante suceso es indicativo del goce y expertise con el que ataca el escenario.

La inclusión rescatista de técnicas antiguas del mundo del teatro y del objeto animado, tales como panorama móvil, sombras chinescas y el teatro de papel, evidencian el compromiso y vasto conocimiento que posee la práctica de Hunt, quien ha sido la maestra imprescindible de importantes artistas y grupos de teatro puertorriqueño, tales como Y No Había Luz y Papel Machete. La labor pedagógica de Deborah y sus 35 años en Puerto Rico es extensa. Su aportación al teatro experimental es uno de los más vistosos ingredientes.

En la parte técnica debo destacar el diseño de sonido y su composición a cargo de Aníbal S. Vidal Quintero. Este acompañamiento sonoro nos hizo vibrar. Con la cantidad de detalles capturados, las diferentes atmósferas que la mezcla de melodías, ritmos y sonidos establecieron fueron cruciales, mientras la precisión y el momentum de Hunt y su coreografía de cuerpo/objetos no fallaban una.

El diseño de luces de Juan Fernando Morales sigue imponiéndose con su estilo sutil y adecuado. Las luces que Juanfe establece nunca están de más ni de menos. Proveen la energía necesaria para que la acción escénica no se desborde y no desaparezca.

En términos de uso del espacio, me parece que todo se pudo haber colocado un poco más atrás. El público de la última fila tuvo problemas para ver algunas imágenes en el suelo. Desde donde vi el trabajo, primera fila extremo izquierdo, la visibilidad también se vio comprometida.

Por lo demás, mis respetos a esta mujer viajera y brava que decidió asentarse en Puerto Rico. Que no para de trabajar. Que es animal repartido, bondadosa con sus conocimientos, protectora de sus conceptos y tenaz. Una madre de una hija biológica y de toda una tropa de creadores que se asomaron a la sombra de sus coloridas y siniestras ramas.


Hablando de su hija, Guie Beeu Guerrero Hunt, una de sus más constantes colaboradoras, debo decir que la segunda parte de Volveré ya se presentó. Así que esta es la precuela que termina con el ave Kārearea… actúa como mensajera de un joven jefe de Whāngāpē a las hermanas gemelas Reitū y Reipae, de Waikato, con quienes deseaba casarse. El mensajero recogió a las gemelas para viajar al norte… Hay truenos y centellas en este to be continued. Pero me consta que no es el fin del mundo imaginado por Deborah.


Cierro con la palabras de Deborah Hunt, sobre este escrito:

Mickey, gracias por tus palabras y atención. Lo que seria bueno clarificar es tu impresion que volvi a mis orígenes en Nueva Zelanda. Tu investigacion es impresionante sobre los cuentos Maori, pero no fue mi intención. Pero la sincronicidad es impresionante.”





 

 


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